Los videojuegos están ganado terreno en el ámbito de la salud. En los últimos años, se han revelado como una herramienta de gran utilidad para adquirir o actualizar conocimientos, mejorar destrezas, consolidar aptitudes o modificar hábitos. Sus beneficios abarcan tanto a profesionales sanitarios como a pacientes o personas sanas interesadas en seguir un modelo de vida saludable.
¿Por qué son tan efectivos? Los juegos de la salud se basan en la idea de que a todas las personas, independientemente de su edad, les gusta jugar. Visten el aprendizaje bajo un envoltorio lúdico, más atractivo y dinámico que el de los métodos tradicionales. A esto hay que sumarle la popularización de la tecnología, y más concretamente, del uso del móvil o las tabletas, que han propiciado que cualquier persona pueda jugar en cualquier momento y en cualquier lugar, facilitando así el entrenamiento, las horas de práctica y una experiencia más inmersiva.
Además, está demostrado que la implicación emocional que genera un videojuego acelera y afianza el aprendizaje de conocimientos. También es enormemente eficaz para modificar pautas de comportamiento, ya que puede ser un excelente instrumento de motivación, al ofrecer un sistema de recompensas –superación de niveles, regalos…- o rankings con otros usuarios de la comunidad, que promuevan el espíritu de superación.
Es por ello, que, cada vez son más los hospitales, las asociaciones de pacientes o las organizaciones que están incorporando los juegos de la salud a sus rutinas para promover conductas saludables (nutrición, ejercicio físico…), mejorar en temas de prevención (efectos del sol, consumo de drogas, etc.), ofrecer formación continua a los profesionales sanitarios para reciclar conocimientos o ayudar a los pacientes en el seguimiento de los tratamientos, en su rehabilitación o a comprender la sintomatología de determinadas enfermedades.
Así, podemos encontrar juegos terapéuticos para tratar enfermedades como el alzheimer, el autismo o lesiones cerebrales, para realizar ejercicios de rehabilitación física o ayudar a enfermos crónicos, como los diabéticos, a recordar la medicación que deben tomar. De hecho, la utilización de videojuegos es especialmente eficaz en este tipo de enfermos, con una alta incidencia en el abandono de los tratamientos, y a los que modificar sus rutinas es una tarea ardua y compleja. Algunos tienden a mentir a sus médicos sobre el cumplimiento del tratamiento, sin embargo, está demostrado que tienen menos reparos para responder la verdad, cuando quien pregunta es una máquina.
Entre los juegos serios aplicados a la salud más populares están los cognitivos, conocidos también como juegos de entrenamiento cerebral, basados en la idea de que el ejercicio mental puede mejorar la mente. Inicialmente, el uso de este tipo de juegos estaba restringido a los laboratorios, pero la llegada de los videojuegos y los móviles los han llevado directamente a los hogares de los usuarios, generalizando su utilización para desarrollar la capacidad de memoria o el poder de concentración. Le siguen los vinculados al ejercicio físico, en plena eclosión.
Otra gran ventaja de la gamificación de la salud está en la posibilidad que ofrece de almacenar un histórico de datos que los pacientes pueden compartir con los profesionales sanitarios para informarle de sus progresos y evolución.
En el empuje que ha recibido la gamificación de la salud en los últimos años también ha influido la penetración de wearables, como relojes o pulseras que monitorizan las constantes vitales, y la propensión, cada vez mayor, de la sociedad hacia la adopción de una cultura de vida más saludable.
Otro factor clave ha sido la generalización de las simulaciones virtuales, de gran valor aplicadas a la formación, tanto de profesionales del sector como a pacientes para el tratamiento, por ejemplo, de patologías relacionadas con la psiquiatría o la psicología (fobias, déficit de atención…). Un gran número de facultades de medicina, de enfermería u hospitales emplean ya la realidad aumentada para simular operaciones, reproducir situaciones críticas con pacientes o llevar a cabo prácticas de emergencias, sin poner en riesgo la salud del paciente, y consiguiendo un alto grado de realismo.
Por todas estas razones, está claro que la fórmula juego y salud está en alza y tiene un futuro prometedor por delante. Es un sector en pleno crecimiento y que, bien aplicado, puede traer todavía importantes beneficios y posibilidades para el ámbito de la salud.
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