Cuando hablamos de gestión de residuos en general, independientemente de su procedencia o estado, no solo nos referimos a su transporte, sino también a la recogida, tratamiento y destrucción de los mismos para minimizar sus efectos nocivos y de gran impacto en el entorno donde nos encontramos.
En lo que se refiere a residuos sanitarios, en los últimos años se ha detectado una tendencia abusiva de material desechable en el campo de la salud, tanto a nivel profesional como doméstico. Por este motivo se ha hecho aún más relevante disponer de un plan completo de logística y tramitación de desechos médicos, con el objetivo de minimizar futuros riesgos entre los trabajadores que manipulan dichos materiales, la salud pública y el medio ambiente.
La organización de los residuos sanitarios según su tipología es fundamental para la correcta gestión de los mismos, por lo que conocer los 4 tipos de clasificaciones que existen es la clave para garantizar que se lleve a cabo de reciclaje efectivo. Según su naturaleza, origen y estado, podemos hablar de:
- Residuos sanitario asimilables (tipo I). Estos desechos no necesitan un tratamiento especial ya que proceden de pacientes no infecciosos o bien son residuos sin riesgo de contaminación La falta de riesgos no implica que no se depositen en el contenedor apropiado para su reciclaje, ya sea cartón, papel, etc.
- Residuos sanitarios no específicos (tipo II). Para manipular este tipo de desperdicios dentro del centro, es necesario prestar atención a la hora de almacenarlos, ya que algunos pueden estar contaminados por restos de sangre o secreciones. También pertenecerían a este grupo los materiales de cura o restos de inmovilizaciones de traumatología como yesos o férulas.
- Residuos sanitarios específicos de riesgo (tipo III). Debido a la peligrosidad para la salud pública que podría conllevar una mala manipulación de los mismos, tanto para almacenar, transportar o eliminar, es necesario cumplir determinados protocolos. Dentro de esta clasificación de tipo III, hay 5 ordenaciones según las peculiaridades del residuo:
- Vacunas vivas.
- Deshechos capaces de transmitir enfermedades infecciosas.
- Líquidos biológicos como sangre y hemoderivados.
- Restos anatómicos humanos.
- Materiales punzantes o cortantes.
- Residuos tipificados en normativas singulares (tipo IV). Concretamente, estos desechos necesitan ser tratados de manera especial en todos los aspectos dado el riesgo que pueden llegar a acarrear por una mala manipulación. Dentro de esta categoría se encuentran por ejemplo: los residuos citostáticos, cualquier tipo de medicamento caducado, los restos químicos y residuos radiactivos, cualquier resto anatómicos humanos con entidad que pueda ser identificativo…
Con el propósito de mejorar la gestión de cualquier tipo de residuo sanitario, es fundamental para el centro diseñar e implementar un buen sistema de almacenaje y evacuación de los mismos, así como utilizar los recipientes y contenedores adecuados para el transporte correcto durante el traslado, tanto a nivel intracentro como cuando pasan a una planta de tratado.
Finalmente, también debe ser una prioridad para el centro sanitario formar acerca de los procesos a seguir y sobre cómo actuar en cada caso, sabiendo reciclar de manera adecuada por parte de los empleados sanitarios que manipulan los materiales.