La medicina convencional tal y como se conocía casi ha desaparecido, y parte de la culpa la tiene el auge de las startups de salud que han proliferado en los últimos años, mejorando en muchos casos los servicios sanitarios ofrecidos gracias a los avances producidos en tecnología.
La gran mayoría de estos proyectos buscan mejorar el acceso a los tratamientos con el paciente como figura central, ya que el empoderamiento del paciente es uno de los grandes retos de la Sanidad actual, darle un mayor poder de decisión sobre su enfermedad, así como alternativas a algunos procesos que antes podían resultar complejos.
A pesar de que existen multitud de proyectos que están facilitando la vida a muchas personas, todavía es necesario que se produzca un cambio de mentalidad, estas startups deben llegar a todo el mundo, y en esto todavía queda un largo camino por recorrer, donde la figura de los médicos y resto de profesionales sanitarios cumple un papel de suma importancia, y aquí es donde aparece la figura de los early adopters, una posición clave en la expansión de cualquier startup.
Los early adopters son las primeras personas en probar estas nuevas tecnologías, y una vez demostrada su valía, recomendarla al resto de usuarios, por ello en el caso de un campo de tanta importancia como la salud, deben ser primero los profesionales los que evalúen y den el visto bueno a este tipo de tecnologías.
Las startups en el mundo de la salud pueden emerger en distintos campos; plataformas en internet con información para pacientes, wearables, aplicaciones con fines terapéuticos, o en forma de investigación, también de vital importancia para continuar descubriendo cómo prevenir algunas enfermedades.
Aunque cada vez hay más inversores que apuestan por estos proyectos innovadores en la salud, la financiación sigue siendo uno de los grandes handicaps a los que se enfrentan muchos proyectos, y es que los costos de acceso a algunas tecnologías, sumado a los largos procesos de desarrollo, suponen la necesidad de grandes inversiones.