Listeriosis, salmonelosis, toxoplasmosis… ¿las conoces?
El mayor brote de listeria en España ha provocado una crisis en la comunidad andaluza tras afectar a más de doscientas personas, provocar tres muertes y siete abortos.
Pese a todo, los actuales sistemas de prevención y control protegen al consumidor ante las infecciones alimentarias, cada vez menos frecuentes.
En todo caso, para prevenir este tipo de infecciones es importante cuidar la higiene en la preparación de los alimentos, lavarse siempre las manos, cocinar bien los alimentos, no romper la cadena de frío y lavar bien los ingredientes crudos.
En este post te recordamos cuáles son las infecciones alimentarias más frecuentes:
Listeria monocytogenes
Por su actualidad, es la primera de la lista aunque no es ni la más común ni la más grave. Es una enfermedad causada por la ingesta de alimentos contaminados con la bacteria que lleva ese nombre y sus síntomas son fiebre, dolores musculares y, a veces, náuseas o diarrea.
La enfermedad se agrava cuando la infección se propaga al sistema nervioso, manifestándose como una meningoencefalitis con fiebre, cefalea intensa, rigidez en el cuello, pérdida de equilibrio o convulsiones. También puede desarrollar una infección en la sangre (septicemia).
Se encuentra en animales salvajes y domésticos, el agua y los suelos. Las verduras, carnes y otros alimentos pueden resultar infectados con la bacteria si entran en contacto con suelos o estiércol contaminado. La leche cruda o los productos elaborados con ella pueden portar estas bacterias.
Salmonella
Es la bacteria responsable de la mayoría de las infecciones en seres humanos y se encuentra en alimentos contaminados por heces de animales infectados como la carne de ternera, la carne de aves de corral, los huevos o la leche. Causa síntomas como náuseas y vómitos, retortijones abdominales, diarrea, fiebre o dolor de cabeza.
Los niños, y sobre todo los lactantes, son los más proclives a enfermar de salmonelosis. También tienen más riesgo las personas con el sistema inmunitario debilitado.
Estafilococo
La infección alimentaria por Staphylococcus provoca náuseas y vómitos, diarrea y fiebre con el riesgo para el paciente de deshidratarse.
Algunas personas tienen estafilococos en la piel o en la nariz, pero no contraen la infección. Sin embargo, pueden contraerla si se cortan o transmitirla a través de objetos como toallas o manijas de puertas y también a través de los alimentos.
Norovirus
La infección ocurre con mayor frecuencia en ambientes cerrados y con mucha gente como hospitales o colegios. Es altamente contagiosa y se transmite a través de los alimentos o el agua que se contaminan durante la preparación o en superficies contaminadas.
Provoca diarrea, el dolor abdominal, vómitos , dolor muscular, malestar general y fiebre baja. El grupos de riesgo como bebés y adultos mayores con alguna patología grave los vómitos y la diarrea pueden causar una deshidratación grave o una desnutrición.
Escherichia coli
Es una inflamación del intestino delgado producida por la bacteria que le da nombre y que habita en los intestinos de la mayoría de los animales mamíferos sanos y en el agua estancada. Sus síntomas característicos son el dolor abdominal, diarrea y fiebre, con la consiguiente deshidratación. En adultos la infección no es grave pero en niños y bebés requiere hospitalización y en algunos casos es potencialmente mortal.
Se puede transmitir comiendo frutas y verduras contaminadas crudas o sin lavar, beber leche sin pasteurizar, beber agua infectada o comer carne cruda o poco cocinada.
Toxoplasmosis
Está provocada por un parásito llamado toxoplasma gondii que vive dentro de las células de los seres humano y los animales, especialmente gatos y animales de granja.
Las personas pueden infectarse al beber agua contaminada, consumir frutas y verduras sin lavar ni pelar, comer carnes poco cocinadas o por tocar la carne cruda sin lavarse las manos después.
En personas con un sistema inmune normal, produce síntomas similares a una gripe pero en el caso de las mujeres embarazadas el parásito puede pasar al feto vía placentaria y provocar abortos no deseados o graves malformaciones. En personas inmunocomprometidas puede causar la muerte por encefalitis.
Campylobacter
Es una de las cuatro principales causas mundiales de enfermedad diarreica y la causa bacteriana más frecuente de gastroenteritis del mundo. Las infecciones suelen ser leves pero son potencialmente mortales en niños pequeños, ancianos y personas inmunodeprimidas,
La bacteria se destruye con el calor y la cocción a fondo de los alimentos y se encuentra en animales destinados al consumo humano y también en el marisco.
Los síntomas habituales son diarrea (frecuentemente sanguinolenta), dolor abdominal, fiebre, dolor de cabeza, náuseas y/o vómitos.
Bacillus cereus
Es una bacteria que se halla en toda clase de alimentos como hortalizas, carne, fruta, leche o especies. Las infecciones son poco habituales y la mayoría se relacionan con alimentos cocinados que después no se han enfriado o con preparaciones con ingredientes vegetales crudos, de ahí la importancia de mantener la cadena de frío.
Los síntomas asociados son dolor abdominal, vómitos, diarrea, náuseas y malestar generalizado.
Clostridium perfringens
Son bacterias que pueden encontrar en la carne y aves crudas, en los intestinos de animales y seres humanos y en el medio ambiente. La infección puede darse cuando ciertos alimentos como asados grandes o guisos en ollas grandes no se mantienen a temperaturas adecuadas hasta que se sirvan por lo que los brotes tienden a presentarse en hospitales, comedores escolares, prisiones y hogares de ancianos.
Presenta diarrea y cólicos abdominales de 6 a 24 horas después de haber consumido los alimentos
Clostridium botilinum
Se encuentra en el suelo y aguas no tratadas de todo el mundo y provoca una enfermedad poco frecuente pero grave, el botulismo. La bacteria puede entrar al organismo a través de heridas o por ingerirla en alimentos mal enlatados o mal conservados.
Los síntomas no presentan fiebre y aparecen entre 8 y 36 horas tras consumir el alimento con cólicos abdominales, dificultad para respirar, dificultad al deglutir y al hablar, visión doble, náuseas, vómitos y debilidad con parálisis en ambos lados del cuerpo.