También conocido como depresión estacional o tristeza invernal, el Trastorno Afectivo Estacional (TAE, o SAD -triste- por sus siglas en inglés) es un tipo de depresión que, por lo general, comienza a finales de otoño y principios del invierno.
Resulta más debilitante que los estados melancólicos que muchas personas pueden sentir en esta época del año, se produce durante un mínimo de dos años consecutivos durante unos pocos meses y su origen puede ser biológico, psicológico o social.
El término Trastorno Depresivo Estacional fue acuñado por Norman Rosenthal, profesor de psiquiatría clínica de la Universidad Georgetown (Washington, Estados Unidos) que durante 20 años investigó el SAD en el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU.
Sus síntomas son tan similares a los de la depresión que pueden confundirse ambos pero los del TAE suelen remitir en primavera o verano. Aunque en mucha menor medida, en ocasiones ocurre al revés y el trastorno aparece en primavera.
Al igual que con otras formas de depresión, es más común en las mujeres (cuatro veces más que en los hombres), y es más probable en personas con antecedentes personales y familiares de depresión. Además, este trastorno es más frecuente en adultos jóvenes que en adultos mayores.
La mayoría de los expertos no lo considera un trastorno del estado de ánimo separado sino más bien un subtipo del trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar. En todo caso, está incluido como una forma especial de presentación de los trastornos afectivos en la clasificación de la 11ª Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (CIE-11).
Su prevalencia en pacientes de Atención Primaria es del 5 al 10 por ciento y en los pacientes con depresión es del 15 por ciento.
¿Cuáles son los síntomas?
- Cambios en el estado de ánimo
- Autocrítica en exceso, insatisfacción
- Aislamiento
- Tristeza
- Pesimismo
- Irritación
- Movimientos lentos
- Desesperanza
- Desmotivación
- Pérdida de interés por actividades
- Culpabilidad y frustración
- Sensibilidad a flor de piel
- Falta de energía, cansancio, fatiga.
- Dificultad para concentrarse
- Problemas para dormir o, al contrario, dormir demasiado
- Ansiedad
- Disminución del deseo sexual
- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio
- Cambios en la alimentación y el apetito. Suele incluir ganas de consumir carbohidratos simples (alimentos azucarados) y en exceso.
- Problemas físicos como dolor de cabeza
¿Cuáles son las causas?
Se vincula con la reducción de las horas de luz que acompaña el cambio de estación por lo que los expertos creen que, de alguna manera, es una respuesta del cerebro a la disminución de la exposición a la luz natural y al papel de esta última en la producción de hormonas clave como son la melatonina y la serotonina.
Estas hormonas neurotransmisoras ayudan a regular los ciclos de sueño-alerta, la energía y el estado de ánimo. Los días más cortos pueden causar un aumento en los niveles de la primera y una disminución en los de la segunda, lo que podría causar las condiciones biológicas para la depresión.
La melatonina está asociada con el sueño, por lo que un aumento provoca que una persona se sienta somnolienta o letárgica.
Mientras, con la serotonina sucede lo opuesto y en niveles bajos está asociada con la depresión.
La producción de serotonina aumenta cuando una persona está expuesta a la luz solar por lo que es probable que los niveles sean más bajos en el invierno.
Además, se cree que la vitamina D juega un papel importante en los niveles de serotonina.
También se vincula a una alteración de los ritmos naturales del cuerpo, del ritmo cicardiano (reloj biológico) o la disminución de la sensibilidad de la retina.
¿Cómo afrontarlo?
- Pasar más tiempo al aire libre aprovechando las horas de luz natural, aunque esté nublado y haga frío, haciendo ejercicio o dando un paseo diario. El ejercicio y la actividad física incrementan las endorfinas y alivian el estrés por lo que mejoran el estado de ánimo.
- Dejar que entre tanta luz natural como sea posible en la vivienda y oficina. Se recomienda abrir las persianas, sentarse lo más cerca posible de las ventanas y mantener los entornos lo más luminosos posible.
- Cambiar las bombillas de casa por otras de luz de espectro completo, que aportan luz natural a la vivienda en los meses de invierno.
- Terapia de luz o fototerapia. Se emplea para combatir al TAE desde la década de los 80. Puede aplicarse en instalaciones específicas o bien mediante equipos para su uso desde casa, bajo supervisión médica ya que puede provocar dolor de cabeza o fatiga visual. Incluye el uso de una luz especial que simula la luz del día que tiene que usarse durante un periodo de tiempo de unos 45 minutos al día. La persona debe mirar de reojo hacia la luz y no de frente durante periodos largos ya que para que la luz actúe tiene que ser absorbida a través de la retina. Hay varios tipos diferentes: una visera que emite luz, un simulador del amanecer que emite luz de manera gradual que permite despertarse de forma natural, sin necesidad de utilizar una alarma. No se deben utilizar camas o cabinas para bronceado para aliviar los síntomas del TAE.
- Terapia de conversación (psicoterapia). Se concentra en examinar los pensamientos y sentimientos negativos asociados a la depresión y ayuda a aliviar la sensación de aislamiento o soledad reemplazándolos por otros pensamientos más positivos. Entender la depresión permite aprender qué hacer para prevenir o minimizar sus consecuencias.
- Pasar tiempo con amigos y seres queridos, que es algo que aporta sensación de conexión. Pedir ayuda cuando es necesario. Su sola presencia actúa como un factor protector de la depresión y contra los pensamientos irracionales característicos de esta patología.
- Medicamentos antidepresivos. Los medicamentos ayudan a regular el equilibrio de serotonina y otros neurotransmisores en el cerebro, que afectan al estado de ánimo y la energía.
- Tener paciencia. Los síntomas no van a desaparecer inmediatamente.
- Controlar la alimentación. Evitar los carbohidratos simples y los alimentos azucarados. Integrar en la dieta cereales integrales, verduras y frutas.
- Establecer una rutina del sueño.
- Evitar mirar teléfonos o dispositivos de lectura que emiten luz antes de acostarse.
- Plantearse metas y objetivos a corto y medio plazo para la estación invernal. Tiene un efecto positivo en la motivación y mejora el bienestar, siempre y cuando sean realistas.